EL EXPOLIO DE LAS CAJAS DE AHORROS ESPAÑOLAS

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Las centenarias cajas de ahorros españolas han pasado de ser un modelo de éxito a un ejemplo de malas prácticas e incluso de corrupción. El escándalo de las tarjetas en negro de Caja Madrid da la puntilla a unas entidades que ya habían perdido su naturaleza jurídica como consecuencia de una serie de cambios normativos y a una cadena de fusiones que, en numerosos casos, han resultado ser un fracaso estrepitoso.

El control de los órganos de go­bierno de las cajas parecía que podía haber estado garantizado por la representación de la sociedad en la que estaban implantadas, como mantenía el expresidente de CECA en 2006, antes del estallido de una crisis y diversos casos que han dibujado en nuevo mapa bancario.

El casi medio centenar de las cajas de ahorros que había hace poco menos de una década en España habían logrado convertirse en el 50% del sector financiero nacional, gracias a una ganancia de cuota de mercado a los bancos, sus tradicionales competidores.

En la actualidad, las fuerzas han cambiado de manera radical y más del 70% de la banca española está en manos de unas pocas entidades: Santander, BBVA, Caixabank, Bankia, Banco Popular y Banco Sabadell.

Una docena más se reparten el 30% sobrante, entre ellas los bancos instrumentales creados por antiguas cajas de ahorros que han tenido que amoldarse a lo largo de la crisis a las nuevas circunstancias del mercado. El descrédito de las centenarias cajas de ahorros ha sido parejo con el estallido de diversos escándalos: desde la comercialización casi generalizada de participaciones preferentes, hasta los blindajes abusivos de algunos direc­tivos o los excesivos riesgos asumidos con el sector promotor en plena burbuja inmobiliaria.

El escándalo surgido con las existencia de tarjetas opacas al fisco en Caja Madrid, bautizadas como ‘black’, de las que se han beneficiado casi un centenar de consejeros y directivos de la entidad sobre todo bajo el mandato de Miguel Blesa, supone el verduguillo final a un modelo bancario histórico y que se había erigido como la fórmula de futuro cuando se hablaba del buen gobierno de las empresas, tanto por su configuración como por los fondos destinados a Obra Social.

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